sexta-feira, 21 de fevereiro de 2014

A CARÍCIA ESSENCIAL RESGATA NOSSA HUMANIDADE por Leonardo Boff (Traducción de Mª José Gavito Milano)





TRADUÇÃO:
O toque é uma das expressões supremos de sensibilidade sobre o que temos discutido no artigo anterior. Por que dizemos carícia essencial? Porque queremos distingui-lo do toque como movimento psicológico puro, com base em um amor fugaz e sem história. O toque de movimento não envolve a pessoa inteira. A carícia é essencial quando se torna uma atitude, um modo-de-que qualifica a pessoa inteira em sua psique, em seu pensamento, em seu testamento, no interior, nos relacionamentos.

O órgão do tato é, basicamente, a mão toca a mão, a mão que acaricia a mão que estabelece conexão, a mão que lhe dá calor, a mão que traz quietude. Tudo pessoa através de mão e mão revela um modo de ser carinhoso. A carícia toca ser humano profundo, onde o seu centro pessoal está localizado. Para a carícia verdadeiramente essencial profundo Eu preciso cultivar, que busca a mais íntima e real em nós, e não apenas a consciência do ego superficial, sempre cheio de preocupações.

A carícia emergente do Centro produz descanso, integração e confiança. Daí o seu significado. Para acariciar a criança, a mãe diz a experiência conselheira: a confiança fundamental na bondade da vida, confiante de que, no final, apesar de muitas distorções, tudo faz sentido, a confiança de que a paz não é um sonho, é a verdadeira realidade, a confiança do anfitrião no útero.

Como a ternura, a carícia exige altruísmo total, o respeito pelos outros e se exime de qualquer outra intenção do que quer e ama também. Não é um toque de pele, mas a entrega de carinho e amor através da mão e da pele, a pele que é auto-concreto.

Afeto não existe sem o carinho, ternura e carinho. Como a estrela deve ter uma aura de brilhar igualmente afeto carícia precisam para sobreviver. A carícia da pele, cabelo, mãos, rosto, ombros, intimidade sexual se torna carinho e amor concreto. A qualidade da carícia afeto impede que um mentiroso, falso ou inconclusivo . O toque chave é luz suave como uma porta entreaberta. Nunca há carícia bater portas e janelas de violência, ou seja, a invasão de privacidade do indivíduo.

Colombiano Luis Carlos Restrepo psiquiatra em seu belo livro sobre O direito à ternura ( editores Arango 2004) diz: "A mão por excelência órgão humano , serve tanto para tocar como agarrar. A mão segurando a mão e acariciar são duas facetas extremas das possibilidades de encontro inter- humano."

Em uma reflexão cultural mais amplo, agarramento mão modo de estar dos últimos quatro séculos, a chamada modernidade incorpora. O pivô do paradigma moderno é a vontade de pegar tudo de possuir e dominar. Todo o continente latino-americano foi apreendido e praticamente dizimado pela invasão militar e religiosa da Península Ibérica. Ele veio para a África, China, todo mundo que você pode pegar até a lua .

Modern aproveitou a dominar a natureza, explorando os seus produtos e serviços, sem qualquer respeito ou respeitar seus limites, sem dar-lhe tempo para descansar para que ele pudesse se reproduzir. Hoje nos reunimos os frutos envenenados desta prática sem qualquer cuidado e ausente de qualquer sentido do tato para o que é vivo e vulnerável.

Segurando é uma expressão de poder, manipulação, enquadramento ou outras coisas do meu jeito de ser. Se olharmos de perto, a globalização ocorreu respeitando as culturas em sua rica diversidade. O que aconteceu foi a ocidentalização do mundo. E em sua forma mais prosaica: a hamburguerización o modo de vida americano imposta a todos os cantos do planeta.

A mão acariciando representa a alternativa necessária: como-a-ser-cuidado, porque "a carícia é uma mão revestida de jogar, sem ferir a paciência e solta, para permitir a mobilidade de ser com quem entramos em contato" (Restrepo ).

Nos dias atuais é urgente resgate em humanos a dimensão essencial do toque. Ela está dentro de todos nós, embora disfarçado por uma espessa camada de cinzas materialismo, consumismo e trivialidade. O essencial acariciar-nos de volta a nossa humanidade perdida. 

Em seu melhor sentido também reforça o preceito ético universal: humanamente tratar cada ser humano, ou seja, com compreensão, com o anfitrião, com cuidado e com o toque essencial.

Leonardo Boff é autor de cuidados necessários, de 2012.



La caricia esencial rescata nuestra humanidad
20/02/2014

La caricia es una de las expresiones supremas de la ternura sobre la cual hemos tratado en el artículo anterior. ¿Por qué decimos caricia esencial? Porque queremos distinguirla de la caricia como pura moción psicológica, en función de un querer fugaz y sin historia. La caricia-moción no envuelve a toda la persona. La caricia es esencial cuando se transforma en una actitud, en un modo-de-ser que califica a la persona en su totalidad, en su psique, en su pensamiento, en su voluntad, en la interioridad, en las relaciones.

El órgano de la caricia es, fundamentalmente, la mano: la mano que toca, la mano que acaricia, la mano que establece relación, la mano que da calor, la mano que trae quietud. Toda la persona a través de la mano y por la mano revela un modo de ser cariñoso. La caricia toca lo profundo del ser humano, allí donde se sitúa su Centro personal. Para que la caricia sea verdaderamente esencial necesitamos cultivar el Yo profundo, que busca lo más íntimo y verdadero en nosotros, y no solo el ego superficial de la conciencia, siempre llena de preocupaciones.

La caricia que emerge del Centro produce reposo, integración y confianza. De ahí su sentido. Al acariciar al niño, la madre le comunica la experiencia más orientadora que existe: la confianza fundamental en la bondad de la vida; la confianza de que, en el fondo, a pesar de tantas distorsiones, todo tiene sentido; la confianza de que la paz no es un sueño, es la realidad más verdadera; la confianza de la acogida en el gran Útero.

Al igual que la ternura, la caricia exige total altruismo, respeto del otro y renuncia a cualquier otra intención que no sea la de querer bien y amar. No es un roce de pieles, sino una entrega de cariño y de amor a través de la mano y de la piel, piel que es nuestro yo concreto.

El afecto no existe sin la caricia, la ternura y el cuidado. Así como la estrella tiene que tener un aura para brillar, de igual manera el afecto necesita la caricia para sobrevivir. La caricia de la piel, del pelo, de las manos, de la cara, de los hombros, de la intimidad sexual hace concreto el afecto y el amor. La calidad de la caricia impide que el afecto sea mentiroso, falso o dudoso. La caricia esencial es leve como el entreabrir suave de una puerta. Jamás hay caricia en la violencia de azotar puertas y ventanas, es decir, en la invasión de la intimidad de la persona.

El psiquiatra colombiano Luis Carlos Restrepo en su bello libro sobre El derecho a la ternura (Arango editores 2004) dice: «La mano, órgano humano por excelencia, sirve tanto para acariciar como para agarrar. La mano que agarra y la mano que acaricia son dos facetas extremas de las posibilidades de encuentro inter-humano».

En una reflexión cultural más amplia, la mano que agarra corporifica el modo-de-ser de los últimos cuatro siglos, de la llamada modernidad. El eje articulador del paradigma moderno es la voluntad de agarrar todo para poseer y dominar. Todo el Continente latinoamericano fue agarrado y prácticamente diezmado por la invasión militar y religiosa de los ibéricos. Y vino a África, a China, a todo el mundo que se puede agarrar, hasta a la Luna.

Los modernos agarraron la naturaleza dominándola, explotando sus bienes y servicios sin ninguna consideración ni respeto a sus límites y sin darle tiempo de reposo para que pudiera reproducirse. Hoy recogemos los frutos envenenados de esta práctica sin ningún tipo de cuidado y ausente de todo sentimiento de caricia hacia lo que vive y es vulnerable.

Agarrar es expresión de poder sobre, de manipulación, de encuadramiento del otro o de las cosas a mi modo de ser. Si miramos bien, no ha ocurrido una mundialización respetando las culturas en su rica diversidad. Lo que ha ocurrido ha sido la occidentalización del mundo. Y en su forma más pedestre: una hamburguerización del estilo de vida norteamericano impuesto en todos los rincones del planeta.

La mano que acaricia representa la alternativa necesaria: el modo-de-ser-cuidado, pues «la caricia es una mano revestida de paciencia que toca sin herir y suelta, para permitir la movilidad del ser con el que entramos en contacto» (Restrepo).

En los días actuales es urgente rescatar en los seres humanos la dimensión de la caricia esencial. Ella está dentro de todos nosotros, aunque encubierta por una gruesa capa de ceniza de materialismo, de consumismo y de futilidades. La caricia esencial nos devuelve nuestra humanidad perdida. En su mejor sentido refuerza también el precepto ético más universal: tratar humanamente a cada ser humano, es decir, con comprensión, con acogida, con cuidado y con la caricia esencial.

Leonardo Boff es autor de El cuidado necesario, 2012.
Traducción de Mª José Gavito Milano





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